domingo, 5 de febrero de 2017

Cuento El infierno

EL INFIERNO
Rima de Valbona.Los infiernos de la mujer y algo más… Madrid:  Ediciones Torremozas, 1992.
A Eva, mi hija del alma.
       El diablo es aquel que le niega al mundo toda significación racional.
       La dominación del mundo, como se sabe, es compartida por ángeles y diablos. Sin embargo, el bien del mundo no requiere que los ángeles lleven ventaja sobre los diablos (como creía yo de niño), sino que los poderes de ambos estén más o menos equilibrados. Si hay en el mundo demasiado sentido indiscutible (el gobierno de los ángeles), el hombre sucumbe bajo su peso. Si el mundo pierde completamente su sentido (el gobierno de los diablos), tampoco se puede vivir en él.
Milan Kundera

Se cansó de la rutina.  Quedó agotada de repetir día tras día el mismo gesto desde la mañana a la noche.  Estaba hastiada de que, desde tiempos perdidos en la remota distancia de la niñez, su yo se multiplicará sin piedad en todos los reflejos.  Se hartó de la monotonía recargada de las tensiones inútiles del diario vivir.
No pudiendo soportar tanto fastidio, con un solo y potente golpe de su ser rompió la tersura de la rutina, la cual estalló en un caos incontenible de triturados cristales.
Entonces todo su ser se le volvió cielo: la voz se llenó de mariposas, pájaros, estrellas, peces, niños, auroras, risas.
Su paso, ya incierto de tanta vejez que cargaba, se dirigió certero, sin tambaleos, por los caminos de la libertad y tomó la vereda de las escalas musicales hasta alcanzar la perfección de la danza.
Su oído, que hacía tiempo habitaba los dominios del silencio, irrumpió en un reino de trinos, violines, sollozos, algazaras, gritos, coros, sinfonías.
A su semblante, cruzado por un nudo de arrugas y grietas, la magia de los reflejos le prestó la pureza, tersura y alegría de las adolescentes.
Entonces, despreocupada, dio su amor y sus primeros besos a un guapo marino, quien los sepultó en medio del mar. En seguida, su amor y sus besos los fue dando a uno, a otro, a otros más y a cambio, ellos le devolvieron lágrimas y desilusiones; desilusiones y lágrimas.
Después, al cabo de los años, se fue a los bares para salir del brazo de un hombre, de otro, de otros más. Después los esperó en las calles sórdidas. Así, pasó una montaña de hombres por su lecho y el amor que ella soñó desde la desierta vejez solterona, se transformó en puñados de billetes prostituidos, los cuales nunca lograban superar el abismo de sus soledades.
Entonces, llena de asco, cerró los ojos con violencia, deseando vehementemente retroceder por los caminos de la libertad para dirigirse hacia la rutina monótona de la vejez de donde había partido esa mañana. Quería reconstruir la rutina ligando el caos de los triturados cristales que ella misma dispersó horas antes.
Deseaba quedarse mansa y pasiva en el aquí y el ahora de su vejez que se precipitaba hacia la muerte poblada de soledades y desamor...
Todo su esfuerzo fue vano: el sueño donde había penetrado por los caminos de la libertad cerró las rejas y la dejó aprisionada para siempre en el allá y el antes habiendo sido cielo por unos momentos, se le volvieron un infierno...
Houston, 3 de diciembre de 1988

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