EL INFIERNO
Rima
de Valbona.Los infiernos de la mujer y algo más… Madrid: Ediciones Torremozas, 1992.
A Eva, mi hija del alma.
El diablo es aquel que le niega al mundo
toda significación racional.
La
dominación del mundo, como se sabe, es compartida por ángeles y diablos. Sin
embargo, el bien del mundo no requiere que los ángeles lleven ventaja sobre los
diablos (como creía yo de niño), sino que los poderes de ambos estén más o
menos equilibrados. Si hay en el mundo demasiado sentido indiscutible (el gobierno
de los ángeles), el hombre sucumbe bajo su peso. Si el mundo pierde
completamente su sentido (el gobierno de los diablos), tampoco se puede vivir
en él.
Milan Kundera
Se
cansó de la rutina. Quedó agotada de
repetir día tras día el mismo gesto desde la mañana a la noche. Estaba hastiada de que, desde tiempos
perdidos en la remota distancia de la niñez, su yo se multiplicará sin piedad
en todos los reflejos. Se hartó de la
monotonía recargada de las tensiones inútiles del diario vivir.
No
pudiendo soportar tanto fastidio, con un solo y potente golpe de su ser rompió
la tersura de la rutina, la cual estalló en un caos incontenible de triturados
cristales.
Entonces todo su ser se le volvió cielo:
la voz se llenó de mariposas, pájaros, estrellas, peces, niños, auroras, risas.
Su paso, ya incierto de tanta vejez que
cargaba, se dirigió certero, sin tambaleos, por los caminos de la libertad y
tomó la vereda de las escalas musicales hasta alcanzar la perfección de la
danza.
Su oído, que hacía tiempo habitaba los
dominios del silencio, irrumpió en un reino de trinos, violines, sollozos,
algazaras, gritos, coros, sinfonías.
A su semblante, cruzado por un nudo de
arrugas y grietas, la magia de los reflejos le prestó la pureza, tersura y
alegría de las adolescentes.
Entonces, despreocupada, dio su amor y
sus primeros besos a un guapo marino, quien los sepultó en medio del mar. En
seguida, su amor y sus besos los fue dando a uno, a otro, a otros más y a
cambio, ellos le devolvieron lágrimas y desilusiones; desilusiones y lágrimas.
Después, al cabo de los años, se fue a los bares
para salir del brazo de un hombre, de otro, de otros más. Después los esperó en
las calles sórdidas. Así, pasó una montaña de hombres por su lecho y el amor
que ella soñó desde la desierta vejez solterona, se transformó en puñados de
billetes prostituidos, los cuales nunca lograban superar el abismo de sus
soledades.
Entonces, llena de asco, cerró los ojos
con violencia, deseando vehementemente retroceder por los caminos de la
libertad para dirigirse hacia la rutina monótona de la vejez de donde había
partido esa mañana. Quería reconstruir la rutina ligando el caos de los
triturados cristales que ella misma dispersó horas antes.
Deseaba quedarse mansa y pasiva en el
aquí y el ahora de su vejez que se precipitaba hacia la muerte poblada de
soledades y desamor...
Todo su esfuerzo fue vano: el sueño donde había penetrado por los
caminos de la libertad cerró las rejas y la dejó aprisionada para siempre en el
allá y el antes habiendo sido cielo por unos momentos, se le volvieron un
infierno...
Houston, 3 de diciembre de 1988
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